LA NOCHE EN QUE LOS CELESTES DERROTARON A LOS "FANTASMAS"
Los resultados de toda índole en la vida de los seres humanos, dependen de las decisiones y de las actitudes que cada uno dispone en el momento oportuno.
El ser humano es el único animal que posee la cualidad de decidir lo que quiere, basado en la condición de “ser racional”. Muchos no se dan cuenta, quizás abrumado por los problemas y necesidades del diario vivir, que al comenzar cada día se debe tomar la primera decisión que consiste en querer “ sentirse bien ó sentirse mal “. Obviamente nadie elegiría querer sentirse mal, sin embargo escuchamos a menudo “tengo un mal día”. El secreto para cambiar el estado de ánimo y conseguir buenos resultados en la resolución de los problemas está en la “actitud”.
Durante la semana previa al partido a jugarse el día Viernes, los jugadores “celestes” junto al cuerpo técnico convivieron las prácticas con los “fantasmas” que tenían cada uno su nombre; “dos partidos seguidos perdidos”, “con el próximo rival perdimos”, “¿cómo reaccionará el público y la hinchada si perdemos?”, “dos jugadores importantes lesionados”, y seguramente algún otro que no sabíamos su nombre, ó sí.
Llegó la noche del Viernes, la hora de la verdad, los fantasmas reían en las alturas del Florencio Varni, es que estos malditos gozan con el sufrimiento de los demás, pero se llevaron una gran sorpresa, muy desagradable para ellos y tremendamente agradable para todos los presentes seguidores de los “celestes” y ni que hablar de los dirigentes de la “gran institución” de la Ruta 9.
Los jugadores en causa común con el cuerpo técnico habían tomado la “decisión” de obtener el triunfo esa noche, todos se convencieron que sabían como y que podían ganar, como en un gran pacto secreto en que tácitamente no hacia falta decirlo, pero cada uno estaba decidido a dar todo de si mismo, sin egoísmo, algo así como “uno para todos y todos para uno”, era sin dudas la fórmula del éxito. Enfrente había un equipo que pretendía lo mismo, viajaron casi mil kilómetros para ganar, pero el resultado no fue por “una noche afortunada”, la diferencia la estableció “la actitud”.
Mientras esto ocurría en el Florencio Varni con el entusiasta y atronador festejo, en lo alto morían pulverizados “los malditos fantasmas”, y en la inmensidad de los cielos en algún lugar los gansos silvestres volaban en perfecta formación hacia un nuevo destino.
Con afecto, “EL DUENDE”
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