El Gobierno reconoció ayer que la inflación impacta con más fuerza en los pobres. La tarea de admitir lo que los economistas independientes y políticos de la oposición vienen denunciando desde hace tiempo estuvo a cargo del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien señaló que en los sectores con menores ingresos "impacta más fuertemente" el rubro alimentos y bebidas, "donde se están viendo los aumentos más importantes". "El que menos tiene prácticamente no paga servicios, con lo cual paga casi todo bienes", sostuvo el funcionario.
De esta manera, Fernández no hizo más que desautorizar a su compañero de gabinete Amado Boudou. El ministro de Economía había señalado hace sólo una semana que la inflación era un tema de preocupación exclusiva de la clase media alta y que su impacto entre los hogares más pobres era mucho más reducido. "Yo no sé lo que dijo él [por Boudou], pero literalmente no coincido con eso, normalmente es al revés", afirmó Fernández a Radio 10.
La lectura que hizo el jefe de Gabinete acerca del impacto de la inflación está en línea con la visión prácticamente unánime de los economistas, que destacan que los segmentos más bajos de la población son los más afectados por los aumentos en los alimentos.
"Históricamente la inflación les pega más a los pobres no sólo porque tienen menos herramientas para defenderse de los aumentos de precios, sino también porque destinan una mayor porción de su presupuesto a la compra de alimentos y bebidas", señaló el economista Camilo Tiscornia. El socio del estudio Castiglioni & Tiscornia precisó que, de acuerdo con la encuesta de gastos de los hogares que utilizaba el Indec antes de la intervención del Gobierno, el decil más rico de la población argentina destina el 22 por ciento de sus gastos a la compra de alimentos y bebidas, mientras que en la otra punta de la pirámide ?el decil más pobre de la sociedad? el porcentaje trepa al 51 por ciento, es decir que su peso en el presupuesto era superior al doble.
"Lo que explica la aceleración de la inflación son los alimentos, que están terminando el año con un aumento cercano al 40 por ciento, aunque igualmente esta suba no afecta a todos los productos por igual. La carne es la que lidera los incrementos y explica cerca de cinco puntos de la inflación total del año, que rondará el 24 por ciento", explicó Marina Dal Poggetto, economista del estudio Bein.
El reconocimiento de Aníbal Fernández acerca del impacto de la inflación entre los más pobres de la población se suma a las declaraciones que hicieron, en la última semana, otras figuras del oficialismo acerca de la aceleración de los precios en la Argentina.
El primero en admitir un alza en el costo de vida fue el ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Arlía, que el último lunes había declarado que "no hay ninguna posibilidad de que los pobres no se vean afectados" por la inflación. Esas declaraciones provocaron malestar en la Casa Rosada. Pero pocas horas después, en medio de cuestionamientos hacia Boudou, el que admitió públicamente las subas fue el ministro del Interior, Florencio Randazzo, quien señaló que "hay algunos incrementos de precios", pero rápidamente buscó despegar a la administración oficial de las causas de los aumentos y apuntó contra los empresarios.
"Parte del empresariado rápidamente apela al incremento de precios en vez de aumentar la oferta de bienes y servicios", señaló Randazzo. "Acusar al Gobierno de ser el que aumenta los precios es un sinsentido. Si hay algo que hemos hecho es defender los bolsillos de los trabajadores", agregó el ministro del Interior.
Indice oficial
Para agregar más polémica al tema, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dará a conocer hoy el índice oficial de inflación. Según las estimaciones privadas, la inflación real de octubre se ubicó por encima del 2%, impulsada básicamente por los aumentos en la carne. Ayer, por ejemplo, la consultora Buenos Aires City, difundió que la inflación de octubre fue de 2,5%, con un acumulado del 21,8% en los primeros diez meses del año.
Sin embargo, se espera que el indicador oficial vuelva a ubicarse cerca del 1 por ciento, repitiendo así la política que viene aplicando el organismo encargado de las estadísticas de manipular a la baja el indicador.
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