domingo, 28 de noviembre de 2010

Los efectos desconocidos de las radiaciones de los celulares

Carmen Girona


El País





El Wi-Fi se impone, el teléfono móvil es casi indispensable, los edificios de oficinas están llenos de cables ocultos, y la mayoría de las viviendas disponen de todo tipo de electrodomésticos y equipos eléctricos. Cada vez se vive en un entorno de mayor exposición a la radiación electromagnética y cada día hay más pacientes intolerantes a estos campos.





No existe unanimidad de criterios sobre los efectos de este tipo de radiación en la salud, sobre todo los de la radiación emitida por la redes de telefonía inalámbrica, las torres de alta tensión. Muchos científicos reclaman la aplicación inmediata del principio de precaución. Es decir, piden que se adopten medidas protectoras pese a que no exista certeza científica sobre las posibles repercusiones de estos campos.





El espectro electromagnético es la clasificación de las radiaciones electromagnéticas en función de su frecuencia de oscilación (ciclos por segundo o hercios) o de su longitud de onda. Aportan energía; cuanta más frecuencia, más energía. La luz visible es el límite para diferenciar la radiación de alta frecuencia (ultravioleta, rayos X) de la baja (infrarrojos, microondas.) y de las frecuencias extremadamente bajas (líneas eléctricas).





Las radiaciones se clasifican en naturales (procedentes de la radiación solar, corrientes de las aguas subterráneas, fallas, líneas de contacto entre distintos materiales, gas radón) y artificiales (líneas de electricidad soterradas en las aceras, líneas de alta tensión, antenas de telefonía y de televisión, redes wifi).





Pero ¿cómo influyen las ondas electromagnéticas en el organismo? José Luis Bardasano, director del departamento de especialidades médicas de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), explica que el ser humano es de naturaleza bioelectromagnética y se caracteriza por su capacidad de generar ciclos (ciclo ovárico, ciclo de la vida) y ritmos (cardiaco, sístole-diástole; respiratorio, inspiración-espiración, o sueño-vigilia). "La luz es el sincronizador externo del ritmo sueño-vigilia, un ritmo circadiano que conecta al hombre con los ritmos de traslación y rotación de la Tierra. Se duerme por la noche, en ausencia de luz, y se está despierto por la mañana, con luz", explica.









Cuando se rompe este ritmo, continúa Bardasano, hay una falta de sincronización y se producen cronopatías que pueden afectar a los ritmos celulares. Es cuando aparecen los trastornos de cansancio, insomnio o síndrome de fatiga crónica sin causa aparente justificada.


Fuente: Yahoo.com

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