Un grupo de socorristas trabajaba para reforzar un pequeño ducto, por el que se entregará comida y comunicación a los 33 operarios atrapados hace 18 días en una mina en el norte de Chile, después de que ayer se constatara que están todos con vida.
Tras la histórica jornada del domingo, en la que los propios mineros sorprendieron a todos al enviar pruebas de vida adjuntas en una sonda que llegó al fondo del yacimiento, las autoridades definían el plan de rescate que durará meses.
"Lo que estamos haciendo es asegurar el pozo. Lo que tenemos que hacer es que ese cordón umbilical en el que hoy día tenemos conexión con los mineros, lo mantengamos vivo", dijo André Sougarret, gerente de la mina El Teniente de Codelco y jefe de los sondajes de rescate.
En todo caso, una cámara de video que bajó hasta el fondo de la mina comprobó en la jornada previa que los trabajadores, con casco y muy alegres, están en buenas condiciones de salud, pese a que permanecieron incomunicados durante 17 días tras el derrumbe en la zona media de la mina.
Los trabajadores atrapados pertenecen a una pequeña mina de cobre y oro de San José, ubicada en pleno desierto de Atacama y a unos 900 kilómetros al norte de la capital chilena.
Sin embargo, la prudencia reina entre los equipos de rescate, quienes advierten el operativo tardará varios meses. Sobre los plazos para las labores de rescate, el jefe a cargo de los sondajes dijo que el margen es amplio y que sólo podrían haber novedades hacia octubre o noviembre.
"Tenemos que hacer ya el diseño de ingeniería propiamente tal. La primera estimación que tenemos, estamos entre tres y cuatro meses", dijo Sougarret. "Lo que tenemos que hacer es definir el punto. Primero hacer una buena topografía. Definir el punto de ataque. Se hace una perforación que es el doble de la perforación que hicimos actualmente", agregó.
Posteriormente, se realizará otra perforación de unos 66 centímetros de diámetro, que sería el ducto por donde saldrían los mineros a través de un canastillo especial. Para desarrollar este pozo, se espera que una maquina perforadora especializada en estas labores llegue a la mina San José proveniente desde la división minera Andina de Codelco.
Una carta que emocionó. Ayer, el presidente Sebastián Piñera mostró una carta del minero Mario Gómez, de 63 años, en la cual éste daba cuenta a su esposa, Liliana, de la odisea que viviero. Según los expertos, Gómez habría asumido el liderazgo del grupo. "Querida Lila. Paciencia y fe. Dios es grande. Nos ayudará a salir con vida de esta mina, aunque tengamos que esperar meses [...]. Estoy sintiendo la máquina del sondaje, ojalá esta vez llegue", escribió Gómez.
Considerado el más experimentado del grupo, Gómez dijo en su mensaje que en el lugar donde están protegidos "cae un poco de agua" y que desde hace días oyen el ruido de las perforadoras. Los mineros habrían conseguido sobrevivir utilizando dos camionetas que estaban en la mina, de las cuales sacaron agua, luz y ventilación, indispensable ya que la temperatura del lugar oscila entre los 32 y los 36 grados.
Un rescate con tropiezos. Los vaivenes en las tareas de rescate no fueron menores. El derrumbe de una chimenea, a través de la cual se planeó el primer rescate sólo 48 horas después del accidente, terminó hace dos semanas con Golborne llorando ante las cámaras de televisión.
Después de aquel primer traspié, se sumó un equipo especializado de El Teniente -la mina subterránea más grande del mundo, cerca de Rancagua-, comandado por el ingeniero André Sougarret, que intentó un segundo ataque con otra chimenea, que encontró en su camino una roca de 700.000 toneladas el 15 de este mes.
La confianza estaba de rodillas. La esperanza se instaló entonces en nueve máquinas perforadoras de sondaje traídas de las principales minas del país -también de Australia y Estados Unidos- que, simultáneamente, apuntaban al refugio de 50 metros cuadrados en que se suponía que estaban los mineros.
Pero la primera de éstas volvió a fallar el sábado pasado. Los rescatistas culparon a los mapas confeccionados por los dueños de la mina y todo se volvió negro. Las perforadoras, sin embargo, siguieron su curso y, con la fuerza de todo un país, terminaron por romper la última barrera que separaba a Chile de los mineros.
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